El Traje de la comunión
Si en estos momentos intentara ponerme el traje que llevé en mi primera comunión os puedo asegurar que estaríamos ante un espectáculo digno de ver. Sería una imagen grotesca, o al menos quedaría ridículo.
Cuando yo hice mi primera comunión, lo hice, como tantos otros, llevado por la inercia, por la tradición o incluso por la superstición. En mi inocencia, tanto a través de mis padres como a través de mis catequistas, había llegado a aprender ciertas cuestiones básicas sobre el cristianismo. El Padre Nuestro, El Credo, los Mandamientos, la misa, la figura de Jesús y todo el tema de Dios se agolpaban en mi mente sin ningún criterio concreto, y a su vez, se mezclaban con cuestiones de máximo rigor como el de mantener las manos juntas durante toda la celebración.
Y así, con todos estos conocimientos, se fue confeccionando el traje. El traje que yo necesitaba en ese momento y que me iba a servir para la celebración del sacramento de la Eucaristía por primera vez.
Yo aún no era consciente de la importancia que tenían todas estas cuestiones. Yo aún no era consciente de que todo esto tenía un sentido.
Pero gracias a Dios, más importante que esa primera comunión, fue la segunda, y después de ésta, la tercera… Y de esta forma, aquel traje que yo no entendía por qué tenía que tener el pantalón azul y la chaqueta blanca, fue adquiriendo sentido. El traje se fue ampliando en la medida en que mi vida en la iglesia también fue creciendo.
Y yo me pregunto, ¿cuántas personas hay por ahí que todavía llevan puesto el traje de su primera comunión?, ¿a cuántas personas se les ha quedado pequeño y ya no les vale?
Os dejo a continuación con el tráiler de una de las mejores películas, que a mi entender, se han realizado sobre la vida de Jesucristo: “El hombre que hacia milagros”. Esta adaptación animada del evangelio es uno de mis regalos favoritos para aquellos que se acercan a su primera eucaristía durante este tiempo pascual.
Seguimos hablando,
Horacio Llamas
Siempre me sorprendés con tus comentarios,mirá que acordarte del traje de comunión!!!!.Se ve que ha dejado una huella indeleble.Yo sólo recuerdo la cara horrorizada de mi madre porque me puse a bailar la jota en el mismo momento en el que me pusieron el traje y a mi padre riéndose mucho y diciendo»déjala mujer que Elsa es así»,me libró del coscorrón.Ese traje estuvo mucho tiempo con el mismo tamaño,pero ya sabés lo cabezón que Él es y con mucha alegría te digo que se está agrandando misteriosamente ya que no lo mando a arreglar a las hermanas o primas y como sabés,con lo delgada que estoy no necesito ampliarlo,ja,ja,ja.pero Él sigue empeñado y yo lo sigo,sin más .Gracias por tus recuerdos.
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Gracias a Horacio. Ojalá sigamos descubriendo día a día la necesidad de celebrar y participar de la Eucaristía como seguidores de Jesús.
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El texto me resulta familiar,sencillo y a la vez difícil, el traje de comunion,las manos juntas…no es tan importante lo externo,aunque también y como decimos los mayores lo importante es que después de haber recibido la primera comunión haya una segunda,tercera,cuarta……..y seguir avanzando en el camino de Jesús.Esto sirve para los mayores también.
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