Cuando todo adquiere sentido
El pasado domingo terminó el tiempo litúrgico ordinario, y con él también lo hizo el llamado Año de la Fe. Un año cargado de actos, de símbolos y de declaraciones que nos han ayudado a profundizar más en nuestra fe, a renovar nuestro encuentro personal con Cristo y con ello reactivar y dar un nuevo impulso en nuestra misión pastoral. Porque, citando al Papa Francisco en su reciente exhortación apostólica Evangelii Gaudium , «sólo gracias a ese encuentro con el amor de Dios […] somos rescatados de nuestra conciencia aislada […]. Llegamos a ser plenamente humanos […] cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. […] Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? ».
Y fijaos cómo son las cosas, que este documento se publica precisamente ahora. Justo al comenzar el año litúrgico con el Adviento, nos llega como un viento refrescante, un documento que nos exhorta a salir con alegría a proclamar el evangelio con nuestras vidas.
Gracias Señor por haberme enseñado esta vida. Gracias Señor porque en mi juventud me volviste a llamar, porque siempre estás pegando a la puerta, y aunque en ocasiones no haya respondido, Tú has seguido insistiendo. Gracias porque fuiste Tú quien me confirmaste como parte de tu rebaño, del mismo modo que este mes pasado confirmaste a estos hermanos jóvenes y adultos de nuestra parroquia. A pesar de todas mis faltas me marcaste como de tu propiedad. Gracias Señor por permitirme vivir esta vida rodeado de hermanos en comunidad. Permíteme siempre actuar con esa lógica y ese sentido común que me enseñas diariamente.
Termino con una de las canciones de acción de gracias más grandes que he escuchado nunca, y que siempre tengo presente en mis oraciones.
Es Thank you for hearing me (Gracias por escucharme) de Sinead O’Connor.
Seguiremos hablando,
Horacio LLamas.
Muchas gracias a Horacio por su reflexión.
Me gustaMe gusta