En este recorrido que estamos haciendo por cómo ha mostrado el cine a la familia, permitidme que, aunque estemos a pocos días de San José, dediquemos el artículo de este mes a la figura de la madre.
Es importante poner en valor una cualidad que, en la actualidad, identificamos como imprescindible para el buen funcionamiento de la sociedad: la capacidad de sacrificio por los demás.
Tradicionalmente, esta ha sido atribuida a esa madre que es capaz de dar su tiempo, sus energías, ¡su vida! por un hijo, o por su marido, o por su familia.
Una mujer fuerte, una madre «coraje» que saca adelante una familia numerosa, o que redime al marido a base de constancia. Una madre generosa que tira de la familia y de los hijos cuando el padre ha muerto o está ausente.
Esta figura es un ejemplo paradigmático de cómo la mujer, muchas veces de forma silenciosa y oculta, es el auténtico pilar de la familia y de la sociedad.
The Blind Side
The Blind Side cuenta la historia de Michael Oher, un joven afroamericano sin hogar que encuentra ayuda y cobijo en una familia blanca (la familia Touhy) dispuesta a prestarle el apoyo necesario tanto en su relación con los demás como en la aspiración de convertirse en jugador de fútbol americano. Por su parte, Oher también influirá en la vida de los miembros de la familia Touhy, cada uno de los cuales atravesará experiencias muy significativas de amor y redención personal.
La película está marcada por una clara visión cristiana de la familia, y desde esa unidad familiar, se exponen un inmenso abanico de valores positivos: la generosidad, la valentía, el coraje, la entrega a los demás, la apertura, el acogimiento, la caridad, el agradecimiento, la compasión, el sacrificio, el perdón, la fe en el otro, la paciencia… Esta práctica de la solidaridad cristiana se trasmite de una manera silenciosa y sin aspavientos. No se oculta la religiosidad, pero tampoco se subraya.
El apoyo le vendrá, sobre todo, de su madre adoptiva, Leigh Anne Tuohy (Sandra Bullock), una madre luchadora y devotamente cristiana que infundirá en él autoestima, afán de superación, capacidad de perdón y una profunda fe en Dios. La viva y sincera religiosidad de esta “madre coraje” es uno de sus mejores valores.
El carácter de Leigh Anne es muy curioso. Es una mujer enérgica, que parece fría y expresa poco los sentimientos, pero se percibe en ella una profunda emotividad, una mirada especial. No espera a que Michael le pida los favores, ella los ofrece sin dudar. Le compra ropa, le alimenta, le apoya con una profesora particular… todo lo que pueda hacer por él lo hace, es sencillo, no tiene límites…
Su relación con Michael es muy respetuosa: le da su tiempo y no se pone desde la superioridad moral, sino que desde el principio le trata como una madre a un hijo.
Una familia de Tokio
Una familia de Tokio es un remake actualizado de Cuentos de Tokio de Yazujiro Ozu (1953). Esta película cuenta el viaje que realiza un matrimonio a Tokio para ver a sus hijos, que decidieron instalarse allí. Los padres han vivido siempre en una pequeña isla de Japón y procuran conservar las costumbres tradicionales de su país. A su llegada sufrirán el choque visual y cultural con la gran ciudad y, sobre todo, serán conscientes de las aspiraciones e intereses de unos hijos que apenas tienen tiempo para ocuparse de ellos.
El gran acierto de esta cinta radica en hacer de la madre el personaje decisivo del relato. Se nos presenta a una madre inteligente, comprensiva, con una enorme capacidad de sacrificio para sacar adelante a sus hijos, y para llevar con serenidad el sufrimiento ocasionado por un marido bebedor. Se recrea a un personaje verdaderamente admirable. A pesar de las peculiaridades contextuales que se presentan y que marcan distancia entre la sociedad occidental a la que pertenecemos y la sociedad oriental que enmarca la película, somos capaces de identificar en este personaje a todas las madres del mundo. El director está convencido de que son el corazón de la familia y que la mejor herencia que se puede dejar a los hijos es un espíritu generoso.
Mi pie izquierdo
Mi pie izquierdo está basada en la historia real de Christy Brown, el décimo de 22 hermanos, de los que sólo 13 sobrevivieron. Christy nació el 5 de junio de 1932 con una parálisis cerebral irreversible. Sólo poseía pleno control sobre una parte de su cuerpo: su pie izquierdo. Pero a fuerza de tesón y con la ayuda de su madre, consiguió relacionarse con los demás, pintar con cierta destreza, escribir una autobiografía en 1954 sobre la que se basó el guión de esta película. Falleció el 7 de septiembre de 1981.
El contexto en el que se desenvuelve la infancia del protagonista es el de una modesta familia católica de un barrio obrero de Dublín, donde la precariedad lo impregna todo. Dificultades económicas, hacinamiento en la vivienda, roces que provocan pequeñas y grandes discusiones, problemas con los hijos, etc.
Tan sólo es matizable, la ausencia en la película de uno de los elementos más interesantes de la vida de Christy: la influencia decisiva de su fe católica en el afán de superación, sobre todo a partir del viaje que realizó a Lourdes.
“Me has roto el corazón […], a veces creo que tú eres mi corazón”. Con esta frase, atribuida en la cinta a Bridget, la madre de Christy Brown, es el punto de partida para hablar de la importancia del papel de la madre en el desarrollo de las capacidades de su hijo, ocultas tras la enfermedad. Esto no hubiera sido posible sin el constante estímulo de ella. Y es que, como suele ocurrir en la vida, el afán de superación y las ganas de vivir van siempre de la mano del cariño.
La Pasión
Sólo quiero hacer un apunte final. Como mención especial, y sin que esto requiera realizar un comentario mayor, giremos nuestra mirada hacia el mayor ejemplo de madre que hayamos podido conocer en el cine de los últimos años, y admiremos la visión de la Virgen María que nos aporta Mel Gibson en La Pasión.
Seguiremos hablando, H. Llamas.