Comienzo del año de la Misericordia: Misericordiosos como el Padre

Con la bula Misericordiae vultus (El rostro de la Misericordia) el Papa Francisco nos convoca a celebrar el Año Santo de la Misericordia. En ella nos explica el por qué de este año: “Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes” (MV, 3)

añomisericordia

Este año comienza el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Fecha en la que se celebra la clausura del 50 aniversario del Concilio Vaticano II. El domingo 13 de diciembre, se abrirá la Puerta Santa en Roma y en todas las Catedrales de cada diócesis.

Es un año en el que se nos invita a mirar a Jesucristo, rostro de la misericordia del Padre, y desde ahí, a ser misericordiosos como el Padre. Por eso cobran gran importancia las obras de misericordia. Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Las obras de misericordia corporales son: Visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos y enterrar a los difuntos. Las obras de misericordia espirituales son: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rezar a Dios por los vivos y por los difuntos. Estas obras son un buen termómetro para medir si vivimos o no como discípulos de Jesús.

Que este año que comenzamos no sea un año cualquiera, sino que sea una oportunidad para profundizar en la centralidad de la misericordia en el ser de Dios y en la vida de todo creyente. Como cristianos, queremos que la misericordia no sea un anexo a nuestra vida, sino aquello que la lleva a plenitud. Pidámosle a Dios que nos de un corazón misericordioso como el suyo, que el sabernos amados por Él nos impulse a responder con amor a su Amor.

Pablo Márquez SS.CC.