No era fácil prever que aquellas noticias de una nueva gripe en China eran el presagio de la crisis sanitaria y económica que estamos sufriendo. Que la brisa que mecía nuestra barca era el inicio de la tempestad. Están siendo tiempos duros y difíciles, pero basta mirar con un poco de sosiego y compasión para darnos cuenta de que no afectan a todos por igual.
Desde nuestra parroquia hemos visto cómo decenas de familias, igual que pequeños barcos en la mar, eran zarandeados y golpeados sin piedad por el oleaje. Así, a nuestras puertas han arribado personas que habían perdido su trabajo o estaban en el limbo de los ERTEs; hogares en los que faltaba el pan, familias incapaces de pagar alquileres, luz, agua, gas… vecinos del barrio perdidos en el laberinto de las administraciones, maniatados por la endiablada brecha tecnológica, viendo con rabia cómo sus hijos no podían seguir el ritmo del colegio desde casa por falta de ordenadores, malas conexiones a la red, su propia incapacidad para resolver sus dudas…
Sin embargo, Jesús no estaba dormido. En esta ocasión, en lugar de aplacar la tormenta ha llenado la orilla de faros, emitiendo luces y destellos de esperanza para todos, mostrando un camino entre las olas. Mientras el mundo se cerraba, se confinaba, las Cáritas parroquiales abrían sus puertas de par en par. Y así, nuestra humilde y acogedora parroquia Virgen del Camino ha sido luz en la oscuridad, un puerto seguro para todas las familias que han llegado a nuestra costa.
A lo largo de estos meses hemos cambiado y nos hemos adaptado para ayudar más y mejor, estando a la altura de las urgencias y necesidades de tantas personas a la deriva. Hemos instaurado un sistema de acogida con cita previa para respetar las medidas de seguridad e higiene; hemos ido a comprar, como siempre hacemos, a las pequeñas tiendas de nuestro barrio y estamos ayudando con vales de compra en supermercados; ofrecemos nuestro apoyo y nuestra ayuda económica, desde el compartir de la comunidad: solicitamos apoyo a personas de nuestra parroquia que no están en situación de riesgo; damos apoyo escolar y formación en la búsqueda de empleo y en el acceso a organismos a través del móvil. Estamos con el corazón y los brazos abiertos para nuestros hermanos necesitados.
Pero la tormenta sigue y no podemos dejar que nuestra luz se apague o se debilite. Te necesitamos. Nos necesitan.
Debemos reflexionar y pensar que, ante esta situación de crisis sanitaria y social, desde nuestra fe, ¿qué podemos aportar? ¿Cómo ofrecemos razones para la esperanza en este contexto? ¿A qué nos comprometemos personalmente y como comunidad cristiana para aportar nuestro grano de arena en sostener y cuidar a las personas que pasan por situaciones de dificultad? ¿Qué puedo hacer en mi trabajo, con mis vecinos, en la parroquia?
Ahora más que nunca tiende tu mano y enrédate.
