Querida parroquia

El Evangelio anuncia un mensaje de amor, de esperanza, de solidaridad y entrega, aquellos valores que te veo inculcarle al barrio. Eres una semilla fructífera, un regalo que nos hace creer que el Reino de Dios en la Tierra es posible.

Cada día te veo rodeada de niños jugando y aprendiendo. En tu patio muchas personas reciben comida y consuelo, oportunidades y empatía. En tu capilla se reza a veces con la soledad a cuestas, a veces rodeado de hermanos. Tu iglesia ha sido testigo de los llantos más sinceros, ya sean por felicidad o arrepentimiento. Tus muros atesoran miles de recuerdos: la pareja que se enamoró, el drama familiar que se solucionó, el hombre que luchó consigo mismo, la joven que descubrió a Dios, la comunidad que se peleó y se reconcilió, o el prenovicio que corroboró que el Señor lo llamó.

Eres el lugar al que acudimos cuando no sabemos a dónde ir, porque desprendes tanto calor que puedes convertir un día frío en un día lleno de magia, y una vida fría en una vida rebosante de pura pasión. Inculcas una llama viva de Dios en todo el que se acerca a ti, y por eso todo el que se atreve a abandonarte, lleva impresa tu huella en su corazón.

No eres tarea fácil, ya que como todas las flores, tenemos que dedicarte tiempo si queremos recibir frutos, y no siempre estamos dispuestos, porque exiges esfuerzo, compromiso, y sobre todo, una gran capacidad de introspección, de mirarnos dentro de nosotros mismos para sacar lo mejor e intentar cambiar lo peor. Y aun así, aun cuando nos reservamos, nos puede la pereza o no ponemos todo el cariño que deberíamos, sigues dispuesta a intentar obsequiarnos con tu olor.

Para finalizar, me gustaría darte las gracias por todo el tiempo que me has regalado, y todo el cariño que me has dado todos estos años. Gracias por la paciencia, por soportar mis fallos e invitarme con cada oportunidad a ser mejor. Por toda la complicidad, la tolerancia y el respeto que he sentido entre tus paredes. Porque Dios vive en ti, y se hace presente en cada persona que te conoce. Eres ejemplo, testimonio y testigo de cómo Jesús sigue vivo y continúa amando. A los pobres, a los infelices, a los desprotegidos, a los que no se valoran. Y perdónanos por aquellas veces en las que no te valoramos y no te cuidamos, porque es motivo de alegría tener algo como tú en nuestras vidas. Es todo un orgullo poder decir que pertenecemos a la Parroquia Virgen del Camino.

Javier Muñiz Gómez