Homilía de la eucaristía de la Solemnidad de la Sagrada Familia

El pasado 29 de diciembre se celebró la eucaristía de la Solemnidad de la Sagrada Familia. A continuación os dejamos la homilía que ofreció el padre Paco Piñero.

«Cada vez parece más normal romper con la pareja, buscarse un nuevo amor y volver a empezar. Todo parece así más fácil y llevadero. Sin embargo, detrás de cada ruptura hay casi siempre no poco sufrimiento y frustración. Hay a veces humillación. ¿No es posible vivir en pareja de manera más estable?

Lo primero, tal vez, es no confundir el amor con los sentimientos y con el deseo erótico. Por lo general, la primera atracción del amor es muy intensa pero casi nunca se mantiene así. El deseo cambia y evoluciona. Quien identifica el amor con la atracción se dedica a enamorarse una y otra vez de alguien distinto. En cada comienzo disfruta. Luego, sufre y hace sufrir.

Es importante también recordar que, si no hay una decisión y un compromiso por buscar el bien del otro, no hay todavía amor. Por eso, creo que es un error avanzar en una relación de pareja de manera prematura, si no estamos dispuestos a hacer feliz al otro. En esto no hay que mentirse ni mentir. ¡Cuántos sufrimientos se hubieran evitado si no se hubiera pronunciado nunca un “te amo” que no era verdad!

Tampoco hay que olvidar que “amar es fundamentalmente dar, no recibir”. Por eso, sólo el amor incondicional es duradero. Si cada uno vive buscando sólo lo que el otro le puede aportar, el futuro de la pareja está en peligro. Nunca la persona amada responde perfectamente a lo que desearíamos. El amor se consolida cuando uno es feliz haciéndole feliz al otro.

El mayor error, creo, es ignorar que amar significa respetar a la persona  amada, no poseerla. Cuando no se respeta la manera de pensar, de sentir y de ser del otro, se está arruinando el amor. Sólo amando con respeto se le ayuda al otro a crecer y a dar lo mejor que hay en él. Por el contrario, cuando hay manipulación y utilización interesada, la pareja se está ya separando.

Pienso que la fidelidad conyugal tiene su mejor manifestación en el “para siempre”, es decir, en el compromiso gozoso de crecer y envejecer juntos, codo a codo, desde el amor compartido. Y esto es muy difícil llevarlo adelante si la persona se sitúa ante el otro miembro de la pareja desde la desconfianza (“yo estoy contigo a ver si esto sale”); desde la indecisión (“yo estoy contigo mientras nos vaya bien”); desde el miedo al riesgo (“yo estoy contigo hasta que nos cansemos”). Así no se puede crear comunidad de vida y de amor porque no se comparte en plenitud de sinceridad  la vida, tampoco el coraje de vivirla dándola a la persona amada, sin reservas.

El amor de la pareja es una flor frágil. Lo ha sido siempre. Probablemente es la experiencia más sublime del ser humano, pero también la más exigente. Sencillamente porque el amor consiste “en que dos soledades se protejan, se junten y se acojan mutuamente”. El ideal no es separase, sino llegar a “ser una sola carne”. Lo decía, el Señor. Sin esta base, no es posible familia.

Que la Sagrada Familia nos ayude a poner en práctica el mensaje de San Pablo en el seno de nuestras familias y comunidades: “Vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”. (Cf.  Col. 3,12-15).

Que en la celebración de la Eucaristía que estamos compartiendo encontremos la fuerza para llevarlo a cabo. Y que la Sagrada Familia interceda por todas nuestras familias y por las del mundo entero, para que, como en el hogar de Nazaret, se continúe haciendo presente el Dios del amor y de la paz. ¡Que así sea!»

Francisco de Paula Piñero y Piñero, SS.CC.


Una respuesta a “Homilía de la eucaristía de la Solemnidad de la Sagrada Familia

  1. Felicidades Paco, como siempre me dejas sin palabras. Sólo con reflexiones.
    Un fuerte abrazo

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